Al borde de la locura, es como queda
tu mente si aceptas ciertas creencias, dogmas que una vez procesados y
comprendidos por tu mente forman un programa que automatiza de forma
inconsciente los procesos para los que fue inoculado en ti. Disociado de ti,
ese es el estado en el que conviene que estés, es el modo en el que es más
sencillo controlarte y aceptes como tuyas, cosas que no lo son. Uno de los
programas más severos fue aquel que programo nuestra mente a aceptar toda la
culpa. La culpa es un medio eficaz por el cual pueden mantenerte inerte,
esperanzado e involucionado. Gracias a ese sentimiento de culpa abres la puerta
a todo lo que deseen inocular en ti, hasta tal punto, que podrás aceptar
incluso la muerte como algo lógico y natural.
El dolor y el sufrimiento como forma
pasional desde la cual iniciar la prospección espiritual, es la peor de las
falacias que alegremente se aceptan y se asumen como un camino desde el cual
ser ascendido. Vine, sufrí y ascendí, es la incoherente forma en el que se nos
dio la posibilidad de lograr esa pasión cristiana en el que el martirio de la
carne es el medio en el cual quedar santificado. Hasta tal punto se cree en
esto, que se llega a considerar un éxtasis llagar tu cuerpo y sangrar por
doquier, fustigarse y colocarse cilicios. Esto prueba que si controlas la mente
del individuo, este podrá someter a su propia esencia hasta lograr expulsarla
de sí mismo a través de ese trauma lacerante, con lo cual es lógico pensar que
deja gran parte del habitáculo libre para ser habitado…
Estos podrían ser considerados casos
extremos, pero el común de la masa lleva asumida la culpa y el sufrimiento como
algo innato a su Ser, lo que propicia un condicionamiento desde el cual, queda
la veda abierta para inocular cualquier programa por absurdo y estúpido que
parezca. Desde hace unas décadas se inoculo la creencia de que tenemos ocultas
formas condicionadas que inconscientemente proyectamos al exterior, y que
cuando estas proyecciones quedan reflejadas en otras personas, nos enfrentamos
violentamente a ellas en lugar de reconocerlos como propios, para poder
abrazarlos, sanarlos y perdonarlos. Es el distorsionado argumento del ego, el
cual sirve de comodín para culparlo de todo, y culpando al tu ego te culpan a
ti, ya que tu ego forma parte de tu propia individualidad. Tu enemigo no es tu
ego, sino aquellos que tratan de seguir ordeñando la vaca de la culpa.